miércoles, 28 de mayo de 2025

Ella lo hizo, él se llevó la gloria

 


     Bien es sabido que a lo largo de la historia a las mujeres les ha costado mucho desarrollar tareas que de forma tradicional les estaban vetadas o se consideraban impropias de su género y que para conseguirlo han tenido que enfrentarse a sus familiares, su entorno y las convenciones sociales de su época. Y cuando lo conseguían, en muchas ocasiones sus logros han sido silenciados y atribuidos a los hombres que las rodeaban.

El mundo del Arte, que es por naturaleza una industria de ideas progresistas, con apertura a la diversidad, no ha sido ni es una excepción. 

Las pocas mujeres que desafiaron las convenciones de su época para dedicarse a esta profesión, no recibieron la atención que merecían o se volvían cada vez menos visibles tan pronto como ganaban notoriedad. Pero probablemente lo más triste es que muchas mujeres artistas fueron olvidadas y ocultadas a la sombra de los hombres: de sus maridos, de sus padres o incluso de sus ayudantes o maestros, a pesar de tener sus propias carreras artísticas.

Ser mujer en la Historia del Arte no ha sido (ni es) tarea fácil. Durante siglos, las mujeres han visto cómo su acceso a la profesión de artista era notablemente limitado, teniéndolo prohibido en muchísimos casos e, incluso, han sido testigos de cómo algunas de sus obras eran firmadas por hombres. Ese ha sido el caso de algunas de las artistas que conocimos en nuestra Semana de las Mujeres 2025; muchas de ellas han sido silenciadas y sus obras se han reivindicado hace no muchos años, tras muchos siglos de olvido, y poco a poco van recuperando el lugar que merecen.

En otras muchas ocasiones, estas artistas vieron y han visto cómo sus obras de arte y sus carreras se vieron eclipsadas por las de sus colegas masculinos.

Vamos a conocerlas:


     Berthe Morisot: vetada en tertulias impresionistas cuando empezó a alcanzar la fama.

     Fue una pintora francesa, fundadora y figura clave del movimiento impresionista.

     Desarrolló una carrera artística profesional durante más de tres décadas, exponiendo desde los 23 años en el Salón de París, e incorporándose más adelante a la vanguardia de las exposiciones impresionistas en las que también participaron Claude Monet, Edgar Degas y Pierre-Auguste Renoir, entre otros.

     Sus esfuerzos por plasmar las sensaciones de visión mediante una compleja red de pinceladas quebradas la colocaron en la vanguardia de su época. Su pintura, muy ligada a su propia vida y a la de las personas que la rodeaban, muestra su entorno tal y como ella lo veía, con una gran naturalidad.

     A pesar de que hasta finales del siglo XX, la historia del arte había relegado su historia y participación a un segundo plano, tanto su talento como su habilidad le valieron el respeto y reconocimiento públicos de sus colegas varones contemporáneos, logro por lo demás inusual para las mujeres de la época. Su voluntad de romper con la tradición, la trascendencia de sus modelos y su capacidad la convierten, para algunos autores, en “la gran dama de la pintura”.



María Sorolla: eclipsada por el éxito de su padre

     Ser hija del afamado pintor impresionista valenciano Joaquín Sorolla, lejos de ayudar a María a alcanzar la fama, sólo le sirvió para ser eclipsada por el éxito de su padre, a pesar de que tanto ella como su hermana Elena destacaron en su tiempo como artistas modernas y librepensadoras 
     María cultivaba con libertad y pasión su talento artístico en el jardín del hogar Disfrutó de una educación muy diferente a la de la época, pues fue educada, al igual que su hermana, en la Institución Libre de Enseñanza donde, entre otras cosas, se fomentaba la creatividad entre su alumnado. 
    María Sorolla intervino en exposiciones como la de la Juventud valenciana o el Lyceum Club (una de sus obras más conocidas fue el emblemático lienzo de La Chula, 1925). 



María Moreno: eclipsada por su marido

    María Moreno​ fue una pintora española, integrante del grupo de artistas realistas de Madrid, entre los que se encontraba su marido, Antonio López, cuya fama eclipsó el éxito y el talento de su mujer.
     En sus obras, además de las características propias del realismo: perfección técnica y la representación realista de los acontecimientos contemporáneos, los motivos y temas de sus cuadros no son pretenciosos pues solía pintar el mundo que la rodeaba, dotando sus obras de un trato especial de la luz, como en los paisajes que retrataba de Madrid o las distintas zonas de su casa, y de un trazo especialmente delicado.
    Fue profesora de Arte y expuso de forma individual en Frankfurt en 1973, en la galería Herbert Meyer-Ellinger, y en la Claude Bernard en París, en los años 90. Además, tuvo una participación en la película El sol del membrillo (1992). 




    Clara Peeters: escondía su autorretrato en sus pinturas para confirmar  su autoría

  Se cree que nació en alguna provincia de los Países Bajos, probablemente en Amberes, entre 1588 y 1590. No se sabe con seguridad porque los datos de su biografía han desaparecido.

   Fue pionera en el campo del bodegón (o naturaleza muerta) y una de las pocas mujeres que se dedicaron a la pintura en Europa en la Edad Moderna.

  A las mujeres no se les permitía el dibujo anatómico, pues implicaba el estudio a partir de cuerpos masculinos desnudos.

  En seis de sus cuadros conocidos, pintó un mismo cuchillo de plata en el que aparece inscrito su nombre.

  Ha sido la primera pintora que ha tenido una exposición individual en el Museo del Prado. Esto ocurrió en 2016.

  Para que se supiera que era ella la autora de sus obras, pintaba su autorretrato en miniatura escondido en objetos y en los reflejos de las copas de algunos de sus bodegones.

  A partir de que ella lo hiciera, muchos pintores del siglo XVII se retrataron también de manera «oculta» en objetos de sus cuadros.

  A pesar de ser infravalorada por la Historia por ser mujer, se sabe que su pintura tuvo una amplia difusión en su época, tanto a nivel social como geográfico.


        Sofonisba Anguisola: su cuadro “Retrato de Catalina Micaella de España” fue atribuida a El Greco

     Fue la pintora italianamás famosa del Cinquecento en Italia y España. Nació en una familia noble de Cremona, por lo que fue educada en bellas artes, música y humanidades junto a sus cinco hermanas. 

   Destacó en la realización de retratos individuales y de grupo, en el que a menudo sus modelos desarrollan tareas aparentemente domésticas, acompañados de una serie de objetos que definen en mayor profundidad su personalidad. Ejemplo de ello encontramos en sus numerosos autorretratos en los que Sofonisba aparece leyendo, tocando algún instrumento musical o pintando.

   Su actividad en Cremona incluye pequeñas obras religiosas, pero pronto superó en fama a su maestro y en 1559 fue invitada a la corte de Felipe II quien le encargó  numerosos retratos de la familia real y donde dio  clases de pintura a la reina y a algunas infantas y miembros de la alta nobleza.

    La ausencia de la firma de la autora en sus obras ha dificultado la identificación de sus cuadros, atribuidos a otros pintores de la Corte de Felipe II hasta fechas recientes, en que se inició el estudio de su etapa española.

    Sus cuadros destacan por el tratamiento de la luz, al estilo lombardo, y el colorido vivo de algunas pinceladas que hacen resaltar los rostros, las manos y los detalles sobre la oscuridad de los fondos.



Margaret Keane: explotada por su marido que firmaba las obras que ella creaba

    Margaret Keane fue una artista estadounidense reconocida por los grandes ojos de sus personajes.

    A los 10 años empezó a recibir clases de dibujo en el Watkins Institute de Nashville. De pequeña era conocida en la iglesia local por sus bocetos de ángeles con grandes ojos. Desde siempre atribuyó a la relación con su abuela  la inspiración de su arte.

    En 1955 se casó con Walter Keane, un agente inmobiliario aficionado a pintar quien iba cada noche al local de comedia Hungry I de San Francisco donde vendía los cuadros de niños con diferentes fondos de la ciudad que su esposa Margaret pintaba.

    Walter Keane cerró su negocio inmobiliario y se dedicó a vender los dibujos y grabados de Margaret de forma masiva en grandes almacenes, libros de cómic y revistas.​ Como la firma que aparecía en los cuadros era"Keane", Walter hizo que el público creyera que el creador era él y no Margaret, aunque ella no lo supo hasta tiempo después, siendo sus cuadros de los más populares en la década de 1960.

    Durante ese tiempo Walter Keane se autoproclamaba el pintor de los cuadros, mientras mantenía a Margaret, la verdadera autora, encerrada pintando durante largos periodos, amenazada bajo la amenaza de matarla a ella y a sus dos hijas si contaba que ella pintaba los cuadros, algo que iba influyendo poco a poco en los mismos.

    En 1965 Margaret se divorció de Walter y ambos reclamaron los derechos sobre los cuadros. En 1970 Margaret retó a Walter para pintar frente al público en la San Francisco’s Union Square pero él no se presentó. En 1986 demandó a Walter Keane y al periódico USA Today por un artículo en el cual afirmaban que las obras pictóricas eran creación exclusiva de Walter Keane.​ Ya en el juicio, el jurado pidió a los dos que pintaran un cuadro con su estilo característico. Margaret Keane pintó un cuadro en 53 minutos. Walter Keane no pintó nada debido a un supuesto dolor de hombro. El jurado falló a favor de Margaret y le permitió firmar sus obras como Keane. También condenó a Walter Keane a una retribución de 4 millones de dólares por daños emocionales y menoscabo a su reputación.​



Lee Krasner: eclipsada por su marido.

    Lee Krasner  fue una influyente artista del expresionismo abstracto en la segunda mitad del siglo XX
    Nació en Nueva York y estudió Arte en un tiempo en el que las mujeres tenían muy difícil cursar estos estudios e incluso fue despreciada por algunos de sus profesores por el simple hecho de ser mujer.
    Sin embargo, con menos de 20 años ya había conseguido dos becas para seguir estudiando y con apenas 32, se convirtió en una de las primeras artistas del mundo en inventar la abstracción expresionista, llegando a ser un miembro esencial de la American Abstract Artists.
    Pero al poco de casarse con Jackson Pollock dejó de pintar pues la fama de él, unidada a sus infidelidades y su alcoholismo, la sumieron en un sentimiento de inferioridad que logró superar tras la muerte del pintor.
    La trayectoria de Krasner nunca fue unidireccional, no se estancó haciendo una misma cosa sino que experimentó y evolucionó a lo largo de su medio siglo de trabajo. No necesitaba que su obra fuese reconocible o predecible, odiaba lo "rígido y no vivo", culminando su obra con la explosión de color en los años 70 y  sus lienzos de gran tamaño.



    Mary Beale: el retrato que hizo de su marido, Charles Beale, le fue atribuido a Michael Sweerts

    Mary Beale fue una pintora inglesa de retratos y una de las retratistas más importantes del siglo XVII en Inglaterra. Ha sido reconocida como la primera pintora profesional inglesa. El estilo distintivo de Mary Beale y su destreza técnica como artista la distinguen como un talento verdaderamente excepcional en el mundo del retrato. 
    Aprendió de su padre y trabajó con su marido, dedicándose toda su vida a los pinceles teniendo gran éxito en su tiempo. 
    Como artista destacada y de éxito, la carrera de Mary Beale fue un testimonio de su pasión inquebrantable por su oficio y de su capacidad para superar las limitaciones sociales impuestas a las mujeres en el campo de las artes. A pesar de ello, alguna de sus obras, entre ellas el retrato que realizó de su marido, Charles Beale, fueron atribuidas a pintores masculinos.
    Sin embargo, su legado como mujer artista pionera sigue siendo celebrado, y sus contribuciones al mundo del retrato y la pintura son testimonios perdurables de su extraordinaria carrera.



Judith Leyster: muchas de sus obras fueron atribuidas a su marido y a otros pintores masculinos, entre ellos, La alegre compañía que se le atribuyó a Frans Hals

   Judith Jans Leyster​ fue una pintora del Siglo de Oro neerlandés. Trabajó con formatos de dimensiones variadas. Cultivó la pintura de género, los retratos y los bodegones. Toda su obra fue atribuida a Frans Hals o a su marido, Jan Miense Molenaer, hasta 1893 cuando Cornelis Hofstede de Groot le atribuyó siete pinturas, seis de las cuales están firmadas con su distintivo monograma 'JL *'.[​ 

   La atribución errónea de sus obras a Molenaer puede haberse debido a que después de su muerte muchas de sus pinturas fueron inventariadas como "la esposa de Molenaer", no como Judith Leyster.

   Además, los comerciantes de arte borraban su firma de sus cuadros porque las obras firmadas por una mujer tienen menos valor que las de los hombres.



Marie-Denis Villers: Su cuadro “Retrato de Charlotte du Val d'Ognes” fue atribuido a su maestro, Jacques Louis David, entre otros 

    Nació en París en 1774 y sus dos hermanas mayores, Marie-Victoire Lemoine y Marie-Élisabeth Lemoine también fueron pintoras retratistas profesionales.

    Expuso por primera vez en el Salón de París de 1799 y desde entonces siguió participando algunos años más. Se conservan muy pocos cuadros suyos. Se piensa que muchos de ellos, al no estar firmados, pueden estar sin identificar aún.

     Su cuadro más célebre es el “Retrato de Charlotte du Val d'Ognes dibujando”, que fue expuesto en el Salón de 1801 y hoy se conserva en el MET Museum de Nueva York. La obra se ha atribuido a varios artistas y se ha mostrado con diversos títulos a lo largo de su larga historia. Originalmente, se atribuyó a Jacques-Louis David y cuando el Museo Metropolitano de Arte lo compró en 1917, era conocido como "el David de Nueva York". Sin embargo, en 1951, el curador Charles Stirling planteó la hipótesis de que en realidad fue pintado por una "mujer poco conocida". Durante décadas después, fue despojado de su título y artista, según la política del Met. En 1995, Margaret Oppenheimer argumentó con éxito que Villers pintó la obra. Además, la historiadora del arte Anne Higonnet argumentó en 2011 que la obra es un autorretrato.



Lluïsa Vidal: Algunos de sus cuadros y dibujos fueron cortados para hacerlos pasar por creaciones de otros artistas mucho más cotizados en el mercado, en particular, de Ramón Casas

    Lluïsa Vidal es la única pintora reconocida del modernismo en Cataluña. Fue una gran ilustradora, una estupenda dibujante  y una mejor pintora. Recibió una esmerada educación, estudió en París, recibió el reconocimiento de grandes pintores de su tiempo y alcanzó la independencia económica con su arte. Y todo gracias a que su padre y su madre creyeron que las mujeres debían tener el mismo acceso al arte y el conocimiento que los hombres.

    Lluïsa Vidal i Puig nació en Barcelona el 2 de abril de 1876 y era la segunda de los doce hijos de Francesc Vidal y su esposa Mercè Puig quienes creyeron en la igualdad a la hora de ofrecer a sus hijos e hijas la misma educación.

   Con veintidós años, expuso por primera vez su obra públicamente en la IV Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas de Barcelona recibiendo una cálida acogida por la crítica que definiría su obra como muy “viril”, adjetivo con el que pretendían alabar su talento cercano al de un hombre. En pocos meses mostró su obra en otras exposiciones.

    Pero ese estatus de privilegio, varias décadas adelantado a su tiempo, acabaría palideciendo ante la hegemonía del patriarcado tras su muerte. En su testamento no pudo declarar que era pintora, ya que las mujeres tenían prohibido por ley incluir una profesión, y su obra no tardó en ser mutilada. Firmaron algunos de sus cuadros con los nombres de contemporáneos más cotizados como Ramón Casas o Santiago Rusiñol para venderlos a un mejor precio y la acabaron convirtiendo, según argumentaría después la experta Consol Oltra, en una "artista olvidada y maltratada".



Pinturas rupestres: el 75% de las huellas de manos encontradas en ocho cuevas de Francia y España, así como en la Cueva de las Manos de Santa Cruz en Argentina, son femeninas.

    Dean Snow,   arqueólogo de la Universidad de Pennsilvania, ha realizado un estudio en las cuevas con pinturas rupestres de España y Francia que arroja una conclusión sorprendente: la mayoría de las impresiones fueron realizadas por mujeres.
    Ha comparado el tamaño de los dedos que aparecen pintados en los muros de las cuevas. Snow basó su estudio en el trabajo del biólogo británico John Manning, que reveló que la longitud relativa de los dedos de las manos es diferente en hombres y mujeres: las homínidas solemos tener los dedos anular e índice de aproximadamente la misma longitud, mientras que el anular de los hombres suele ser más largo.
    Snow piensa que "cuanto más sabemos de estas pinturas más tenemos que replantearnos nuestro conocimiento de aquellas sociedades". Las mujeres se involucraban en la caza para transportar y despiezar y cocinar los animales. Ahora, además, se puede concluir que tuvieron un gran protagonismo en las pinturas de las cuevas.



Hilma Af Klint: La auténtica madre del Arte Abstracto, fue tildada de loca y eclipsada por Kandinski y Mondrian

    Cinco años antes de que Kandinsky publicara 'De lo espiritual en el arte', la pintora sueca Hilma af Klint ya había creado sus primeros cuadros abstractos.
    Sin embargo, a diferencia de Kandinsky, Hilma af Klint rehuyó del ojo público y mantuvo su obra en secreto durante prácticamente toda su vida. De hecho, incluso pidió que sus cuadros no se exhibieran hasta veinte años después de su muerte, asegurando que, en aquel momento, el mundo no estaba preparado para entender su arte. 
    Hilma af Klint nació el 26 de octubre de 1862 en Solna, un municipio al norte de Estocolmo, en Suecia. 
    Siguiendo su temprana vocación artística, a los dieciocho años Hilma af Klint ingresó en la Universidad de Artes, Oficios y Diseño de Estocolmo para estudiar pintura y poco después, en 1882, se matriculó en la Real Academia Sueca de las Artes, uno de los pocos centros europeos que admitían mujeres en aquella época, llegando a ser una de las alumnas más brillantes de la Academia
    Hilma af Klint formó parte de la primera generación de mujeres europeas que pudieron estudiar en escuelas de arte, pero, pese a adquirir un éxito como pintora naturalista que le permitió vivir de sus cuadros de paisajes y retratos, el hecho de ser mujer la dejó fuera de los grupos artísticos del momento.
    Respecto a sus pinturas abstractas la artista dijo:  “Los cuadros fueron pintados directamente a través de mí, sin dibujos preliminares y con gran fuerza. No tenía ni idea de lo que se suponía que representaban las pinturas, sin embargo trabajé rápida y segura, sin cambiar una sola pincelada”



Concepción Figuera Martínez y Güertero: Firmó su obra “Estudio al natural” con el nombre de su tío

    La pintora Concepción de Figuera, de la que se conoce escasa obra, asumió como propio el acrónimo que su tío, el político Luis Martínez Güertero, usó como pseudónimo, Luis Lármig, porque quería que su obra fuera juzgada por su calidad.

    Su Estudio del natural fue anunciado en la prensa como el inicio de la prometedora carrera de su joven "autor", al que se alabó por los conocimientos que revelaba de la escuela española del Siglo de Oro

    En dicha obra, la artista remite, casi irónicamente, a una imagen de aire teatral en la que una mujer contempla a través de un cortinaje una escena que no comparte con el espectador, pero de cuyo carácter queda constancia en el franco gesto de su rostro. Esta pintura recibió un certificado de honor en la Exposición Nacional de 1887 y fue adquirida por el Estado. La identificación de la autora de esta obra se hizo por F. Alcolea Albero en 2013.



Dora Maar: Eclipsada por Picasso

   Dora Maar era la fotógrafa de una película filmada en los estudios Billancourt, a las afueras de París cuando le presentaron a Picasso, 26 años mayor que ella y ya un artista mundialmente famoso.

    Se convirtieron en pareja y, según dicen, ella fue la más influyente de sus musas.

     Durante los ocho años que duró su unión, fueron parte el uno de la vida de la otra, aunque Picasso continuó su relación con otra mujer.

   Dora Maar nació en París y, aunque también pintaba, fue una de las fotógrafas más importantes de los años 30. Sin embargo, su obra fue relegada y sólo se la conoce por su relación con el pintor malagueño.



Camile Claudel: Eclipsada por Rodin a quien ayudó con algunas de sus obras y por las que no recibió ningún reconocimiento. Debido a su relación con él, acabó internada en un manicomio donde falleció.

   Camille Claudel fue una escultora francesa con un gran talento quien, sin embargo, vivió una vida tumultuosa que acabó con un final trágico y solitario.
    Claudel fue alumna, asistente, musa y amante del también escultor Auguste Rodin.
    Era una escultora extraordinaria, al mismo nivel que Rodin, a quien según dicen, ayudó a dar forma a algunas de las grandes obras del maestro (por no decir que éste las robó directamente).
    Sin embargo, a pesar de su talento, como muchas artistas, no alcanzó el éxito y el reconocimiento que tanto deseaba y merecía durante su vida pues su carrera se vio ensombrecida por la de Rodin, quien la maltrató y manipuló, acabando recluída en un manicomino donde estuvo encerrada por más de 30 años, hasta que murió, sola, pues fue abandonada por  quienes más amaba.
    Aún  así, la escultora dejó una obra de apabullante talento. Su naturalismo tenía rasgos de impresionismo simbolismo, buscando siempre la emoción que se traduce en un exquisito dramatismo gracias a un perfecto dominio de las técnicas y a su enorme sensibilidad


Artemisia Gentileschi: Atribuyeron su cuadro “Susana y los viejos” a su padre, Orazio Gentileschi

    Artemisia nació en Roma el 8 de julio de 1593 y era la mayor de cuatro hermanos. Su padre, Orazio Gentileschi, era un pintor pisano que se instaló en Roma veinte años atrás. De su madre, en cambio, no sabemos nada, salvo que murió en 1605 a los treinta años.
    Desde ese momento, Artemisia tuvo que ocuparse del cuidado de sus hermanos menores de la casa, de donde casi no salía aunque se le permitía ejercitarse en la pintura.
    A los 18 años fue violada y ultrajada públicamente y esto se vería reflejado en sus pinturas a partir de entonces.
    Gracias a sus grandes dotes para la pintura, Artemisia consiguió entrar en el círculo del gran duque Cosme II. Allí aprendió a escribir (sólo sabía leer) y comenzó a tratar con nobles e intelectuales como Galileo Galilei y se la invitó también a formar parte de la Academia de los Deseosos, prestigiosa institución que reunía a los intelectuales romanos más importantes.
    Sin embargo, la opinión pública nunca le perdonó ser una mujer libre.


Carmen Mondragón (Nahui Olin): olvidada por revolucionaria y feminista

    María del Carmen Mondragón Valseca, también conocida como Nahui Olin, fue una pintora y poeta mexicana.
    Era hija de un general y perteneció a la burguesía mexicana de fines del siglo XIX. Su madrela enseñó a tocar el piano y a escribir desde muy temprana edad.​ 
     Cuando tenía 4 años se mudaron a París y allí  estudió en un internado donde también aprendería sobre diversas artes, como la danza clásica, la pintura, la literatura y el teatro

     En los años 20 cambió su nombre por el de Nahui Olin (cuarto movimiento o perpetuo movimiento en náhuatl), en relación con la renovación cíclica del calendario mexica. Ese período fue el más prolífico en la producción poética y pictórica en la vida de la artista, dejando en el olvido su linaje acomodado y sintiendo cada vez más su raíces indígenas.​

El cambio de nombre trajo aparejado una fértil producción artística que perseguía la «transmigración del ser», con pinturas cargadas de simbolismo, la mayoría protagonizadas por ella y sus enigmáticos ojos verdes. Además, comenzó a escribir poesía con ideas que la acercaron a los movimientos feministas de la época.

    Nahui Olin expuso su obra por última vez en 1945.  Después entró en una profunda depresión de la que nunca se recuperó, aunque continuó pintando y escribiendo para sí misma.​

    Durante los últimos años de su vida, Carmen Mondragón vivió en el centro de la Ciudad. Se sostenía siendo maestra de pintura en una escuela primaria y con una beca proporcionada por la Escuela de Bellas Artes.​ Sin embargo, esos años estuvieron marcados más bien por la pobreza, viviendo casi en el anonimato.​

    La investigadora Rubí de María Gómez señala que pudo haberse acercado a las ideas feministas e incluso se menciona la influencia del pensamiento de Mary Wollstonecraft . La filósofa María Cecilia Rosales señala que el hecho de que se representara a sí misma en su pintura corresponde con su conocimiento del feminismo mexicano y anglosajón que la impulsó a explorar su creatividad.​


Fumiko Negishi: Autora real de los cuadros de Antonio de Felipe

    Fumiko Negishi nació en 1970 en Tokio, Japón. Se licenció en Bellas Artes en la Universidad de Joshibijutu de Tokio en 1993, obteniendo el primer premio. Después se trasladó a Madrid donde estudió Bellas Artes en la Universidad Complutense. En 1995 ganó el Premio al Artista Joven de la Calcografía Nacional de Madrid. Ese mismo año participó en la Beca de Pintura del Ayuntamiento de Mojácar en Almeria, España.

    En la década del 2000,  Fumiko Negishi comenzó a pintar en el estudio de Antonio De Felipe estableciendo a partir de entonces "una relación de colaboración" con el artista valenciano. Negishi pintaba cuadros en el estudio de pintura del De Felipe conforme a las indicaciones que le proporcionaba este, al tiempo que por las tardes se dedicaba en su domicilio a la producción de su propia obra artística.

      

De Felipe terminó por contratar a Negishi en 2006 y esto le permitió mantener "una muy fecunda obra pictórica" pese a sus "frecuentes viajes a diversas partes del mundo". Según advierten los magistrados de la Audiencia Provincial de Madrid, el trabajo de la pintora japonesa incluía "las peticiones realizadas por los clientes" y De Felipe le proporcionaba "bocetos de lo que quería que fuera pintado". En algunos casos, el pintor incluía "de su propia mano líneas, manchas o grafismos de diversas formas", pero era Negishi quien "procedía a la ejecución personal de la pintura del cuadro".

   De Felipe fue condenado por la Audiencia Provincial de Madrid a reconocer que 221 obras firmadas por él en solitario fueron, en realidad, realizadas en coautoría con la artista japonesa Fumiko Negishi, tal como ella venía sosteniendo en los últimos años. Sin embargo, él ha recurrido la sentencia al Tribunal Supremo, que aún no se ha pronunciado.






sábado, 15 de junio de 2024

Visita Fundación Triángulo

     El pasado 10 de Abril, Teresa, de la Fundación Triángulo, vino al colegio para hablar a los grupos de 2º y 3º de Primaria sobre los distintos tipos de Familia. Además, aprovechó una visita a la Coordinadora de Igualdad para hablar con su clase, Infantil 3 años, sobre este mismo tema. 

     Teresa nos ayudó a reflexionar sobre los diferentes núcleos familiares que existen, no sólo en el mundo sino en nuestro propio entorno, lejos de los estereotipos marcados por nuestra sociedad.

     Gracias, Teresa, por tu trabajo y por hacernos mirar con otros ojos y abrir nuestras mentes.






jueves, 9 de mayo de 2024

Escritoras que firmaban con seudónimo masculino - 8 Marzo 2024

 Cartel realizado por Hugo Gª Redondo, antiguo alumno del colegio


Es muy común que algunos escritores, por distintos motivos, firmen sus libros bajo otro nombre. Sin embargo, en el caso de las mujeres, el uso de un seudónimo ha sido a lo largo de la historia más una imposición o una necesidad, que una elección.

Numerosas mujeres que tuvieron la audacia de escribir cuando ésta era una actividad intelectual reservada a los hombres, se han visto obligadas, a lo largo de la historia, especialmente entre el siglo XVIII y XIX, a esconder la autoría de sus obras para desarrollar  su vocación, pues si publicaban bajo su propio nombre estaban expuestas a numerosas críticas ya que estaban extrapolando el papel asignado para ellas o, directamente, sus obras se ignoraban o se desechaban.

Para evitar esta situación, las escritoras tenían dos opciones: el anonimato o firmar bajo un seudónimo masculino, puesto que no querían exponerse públicamente.

Y es que hubo un tiempo en el que las mujeres ni escribían, ni leían, quizá por temor de los hombres a que pensaran. La literatura era un terreno reservado a ellos y de ellas sólo se esperaba que tuvieran hijos, atendieran las tareas del hogar y obedecieran dócilmente pues en aquella época, una mujer que fuera activa intelectualmente estaba cometiendo una transgresión enorme.

A pesar de todas las trabas y las imposiciones irracionales a las que se vieron sometidas, muchas gloriosas rebeldes se las ingeniaron para ejercer su derecho a decir todo aquello que imaginaban u opinaban y hacerlo a pluma armada. Había muchas restricciones y expectativas sociales en relación a las mujeres, sobre la forma en que debían escribir y los temas sobre los que podrían hablar, y además era muy común que críticos y lectores asumieran que sus libros eran siempre autobiográficos. Por eso, si hubiera algún elemento sexual cuestionable en las novelas, o considerado poco apropiado para una dama de la sociedad, ellas serían juzgadas. El pseudónimo era también una manera de proteger la vida personal. Por ello, la "sensación de libertad" también era un factor que llevaba a las escritoras a publicar con alias.

Disfrazar sus peligrosas feminidades bajo un seudónimo o el mismo anonimato, son algunas de las herramientas que emplearon un gran número de escritoras para hacer llegar sus voces y sus letras al público y evitar, así, que sus historias fueran consideradas historias menores.

Sin embargo, muy tristemente, el fenómeno no ha desaparecido completamente en la actualidad.


     Aquí os vamos a presentar algunas de estas valerosas mujeres sobre las que hemos aprendido mucho en nuestro colegio:


     María Juana Rosa Andresa Casamayor de La Coma (Zaragoza, 30 de noviembre de 1720 -Ibidem, 23 de octubre de 1780) fue una matemática, escritora y maestra de niñas española que destacó en el manejo de los números y en la aritmética, áreas que en aquella época eran habituales de hombres y no de mujeres. Es la única científica española del siglo XVIII de la cual se conserva su obra por lo cual el «Tyrocinio aritmético, instrucción de las quatro reglas llanas…» es el primer manual científico escrito por una mujer en España. […] La autora firma con un seudónimo masculino, Casandro Mamés de La Marca y Araioa. Esta firma es un perfecto anagrama, mismas letras en diferente orden, de su nombre María Andresa Casamayor de La Coma.



     Fernán Caballero es el pseudónimo utilizado por la escritora y folclorista española Cecilia Böhl de Faber y Ruiz de Larrea (Morges, Cantón de Vaud, Suiza, 25 de diciembre de 1796-Sevilla, España, 7 de abril de 1877). Cultivó un pintoresquismo de carácter costumbrista y su obra se distingue por la defensa de las virtudes tradicionales, la monarquía y el catolicismo. Su pensamiento se inscribe dentro del regeneracionismo católico de la época, influido por las ideas de su padre, el hispanófilo alemán Juan Nicolás Böhl de Faber, introductor en España del romanticismo historicista alemán de Herder y los hermanos August y Friedrich Schlegel.



     Carmen de Burgos y Seguí (Almería, 10 de diciembre de 1867-Madrid, 9 de octubre de 1932) fue una periodista, escritora, traductora y activista de los derechos de la mujer española perteneciente a la Edad de Plata. Conocida como Colombine, también firmó con otros seudónimos como Gabriel Luna, Perico el de los Palotes, Raquel, Honorine o Marianela. Perteneció a la generación del 98 y se la considera la primera periodista profesional en España y en lengua castellana por su condición de redactora del madrileño Diario Universal. También está considerada como la primera corresponsal de guerra.


     Caterina Albert i Paradís (La Escala, 1869-1966), más conocida por el seudónimo Víctor Català, fue una escritora española en catalán, conocida sobre todo por su novela «Solitud» (1905). Escribió otra novela, «Un filme, 3000 metres», y muchas recopilaciones de cuentos: «Drames rurals» (1902), «Caires vius» (1907), «Contrallums» (1930) o «Jubileu» (1951). También cultivó la poesía, el teatro, el cine, el deporte, la pintura, el baile… Aunque nunca vio reflejado ninguno de ellos. 


     María de la O Lejárraga García (San Millán de la Cogolla, La Rioja, 28 de diciembre de 1874 – Buenos Aires, 28 de junio de 1974) fue una novelista, ensayista, traductora, dramaturga, maestra y feminista española. También conocida como María Martínez Sierra, seudónimo que adoptó a partir de los apellidos de su marido, Gregorio Martínez Sierra, bajo cuyo nombre escribió gran parte de su obra. Para la ideología de la época, era escandaloso compartir la profesión de maestra con la condición de escritora, esta una de las razones por las cuales sus libros llevan la firma del esposo.

    De tal forma, este productor teatral consiguió la fama como dramaturgo, cuando la realidad era que las obras de teatro, novelas y cuentos salían de la pluma de su mujer. El más importante de los libretos que escribió corresponde a una de las obras musicales más destacadas del compositor Manuel de Falla: El Amor Brujo.

     Entre sus obras de teatro, Canción de cuna ha sido traducida a varios idiomas y llevada al cine en cuatro ocasiones.



     María Luz Morales Godoy (A Coruña, 1889 – Barcelona, 1980) fue una periodista pionera del periodismo cultural y escritora española del siglo XX. Fue la primera mujer en España directora de un diario nacional, La Vanguardia, que dirigió entre 1936 y 1937, al inicio de la Guerra Civil Española. Está considerada una referencia de la incorporación de la mujer a la actividad periodística y literaria en la España del siglo XX. […] En 1940 acusada de ser la directora del diario durante la guerra y de pertenecer al Partido Galeguista, María Luz Morales fue encarcelada durante 40 días en el convento de Sarriá barcelonés. Durante ese período, del cual siempre se negó a hablar, escribió varias novelas que firmó con los seudónimos de Ariel y Jorge Marineda. Publicó una de las primeras historias del cine en castellano y colaboró con la Editorial Araluce en la adaptación de varios clásicos para el público infantil dirigiendo la colección «Las obras maestras al alcance de los niños».



     Francisca Cristina Sáenz de Tejada y Ortí (Andújar, 28 de julio de 1896 – Madrid, 18 de octubre de 1974), que utilizó el seudónimo de Gracián Quijano y en menor medida el de El Padre Pareja, fue una escritora y poeta española, que desarrolló una prolífica obra en la década de los 40 y 50.



     María del Carmen Gutiérrez Sánchez, más conocida como Carmela Gutiérrez de Gambra (1921 – Madrid, 31 de julio de 1984), fue una profesora y escritora española, autora de más de 40 novelas, principalmente novelas rosas bajo los seudónimos de Miguel Arazuri, André Ronsac, Clara San Miguel, Alice Norton y Enid Colman entre 1948 y 1971.


     Jane Austen (Steventon, 16 de diciembre de 1775-Winchester, 18 de julio de 1817) fue una novelista británica que vivió durante la época georgiana y retrató la realidad de las mujeres de clase media a principios del siglo XIX. Escribió seis novelas de las que publicó cuatro durante su vida y el resto de sus trabajos llegaron al público de forma póstuma.La ironía que empleaba para dotar de comicidad a sus novelas hace que Jane Austen sea considerada entre los clásicos de la novela inglesa, a la vez que su recepción va, incluso en la actualidad, más allá del interés académico, siendo sus obras leídas por un público más amplio.

     Su primer libro “Sentido y Sensibilidad” se publicó en 1811 y apareció firmado “Por una dama”, “By a lady” y los que publicó a continuación “La autora de Sentido y Sensibilidad”. A pesar de tener que usar un seudónimo para publicar su libro, eligió un nombre que en realidad reafirmaba su condición femenina, en el que englobaba a todas aquellas mujeres que lucharon y reivindicaron su propio protagonismo en el mundo de los libros.


     Mary Wollstonecraft Shelley  (Londres, 30 de agosto de 1797-Londres, 1 de febrero de 1851), hija de la filósofa feminista Mary Wollstonecraft, fue una escritora, dramaturga, ensayista y biógrafa británica reconocida principalmente por ser la autora de la novela gótica Frankenstein o el moderno Prometeo (1818),  considerada la primera novela de ciencia ficción moderna y que logra inaugurar el género. Este relato significó el nacimiento de una de las criaturas más importantes del universo de terror y que aún hoy en día sigue siendo parte de nuestro imaginario colectivo. 

     El nacimiento de este personaje no es menos interesante. Era mayo de 1816 cuando Mary Shelley veraneaba en Villa Diodati, junto al lago Ginebra, en compañía del poeta Lord Byron, el joven médico John Polidori y su futuro esposo, el poeta Percy Shelley. Una noche decidieron hacer una competición de historias terroríficas y de la pluma de Mary Shelley salió la criatura que hoy todos conocemos: Frankenstein. 

     El relato nacía de un sueño que la escritora había tenido la noche anterior y que decidió aprovechar para ganar el reto literario. Después lo publicó bajo autoría anónima. La sociedad de aquel entonces dio por hecho que un relato tan terrorífico no podía haber sido escrito por Mary, sino que tenía que ser la pluma de su esposo Percy Shelley la que se encontraba tras aquel relato horrendo.  



     Figura clave del romanticismo francés, periodista y revolucionaria, Amantine Aurore Dupin (París, 1 de julio de 1804-Nohant, 8 de junio de 1876), fue una de las primeras mujeres que recurrió a un nombre masculino para dar a conocer sus obras literarias. Su primera novela, Rosa y Blanca, fue escrita junto a su amante Jules Sandeau, de quien adquirió el apellido para su seudónimo. Tras terminar su relación, Amantine escribe su primera obra en solitario, Indiana, que firmó como George Sand. Bajo este nombre también se publicaron obras como ValentineUn invierno en Mallorca o La pequeña Fadette.

     Dedicarse a la literatura no fue el único acto de rebeldía contra los estereotipos de género de la época, pues Amantine comenzó a utilizar en público ropajes masculinos —eran prendas de más calidad y le permitían desplazarse más fácilmente por París—, además de fumar y ser la protagonista de numerosos escándalos de carácter amoroso.


     Charlotte Brontë (Thornton, 1816 - Haworth, 1855) fue una escritora británica. Era la mayor de “las tres hermanas Brontë y la única que disfrutó de popularidad en vida gracias a Jane Eyre (1847), novela romántica gótica basada en experiencias autobiográficas, escrita con el seudónimo de Currer Bell y que la consagró en el mundo literario.

     Entres sus obras más destacadas se encuentran “Shirley” (1849), “Villette” (1853) y “El Profesor” (1857), que fue publicada dos años después de su muerte.


     Emily Jane Brontë (Thornton, 1818 - Haworth, 1848). Poetisa y narradora británica, autora de una única y extraordinaria novela que le dio celebridad, Cumbres borrascosas (1847), publicada bajo el pseudónimo de Ellis Bell y considerada una de las mejores narraciones en lengua inglesa y la obra maestra de la narrativa romántica victoriana, siendo comparada por su maestría con nada menos que la obra de Shakespeare. 


     Anne Brontë (Thornton, Yorkshire del Oeste; 17 de enero de 1820 - Scarborough, 28 de mayo de 1849) fue una novelista y poetisa británica, la más joven de la familia Brontë, autora de dos novelas que hoy son clásicas de la literatura inglesa: Agnes Grey y La inquilina de Wildfell Hall.

   Tanto sus novelas como sus poemas fueron publicados bajo el seudónimo Acton Bell, con el que desaparecieron las barreras de publicar como mujer.



     Louise May Alcott (Germantown, 1832 - Boston, 1888) Fue una novelista y educadora estadounidense muy conocida por sus libros para adolescentes, especialmente por sus ya clásicas novelas Mujercitas (1868) y Hombrecitos (1871).

     Ahora su nombre es muy conocido pero no todo fue sencillo. Louisa May Alcott, temiendo no ser tomada en serio si publicaba con su auténtico nombre, escribió sus primeras obras bajo el pseudónimo de A. M. Barnard.

     Con ese alias escribió cuentos y lo que en la época victoriana se conocía como “relatos melodramáticos”, historias protagonizadas por personas ambiciosas que no dudaban en usar la venganza para saldar sus deudas. Se trataba de textos con un punto de vista poco común, con una fineza literaria extraordinaria y que trataban temas poco usuales como el adulterio o el incesto. De hecho en su gran obra Mujercitas hace mención a los relatos melodramáticos y Alcott escribe: “pueden resultar peligrosos para mentes pequeñas”.

Después de haber escrito muchos relatos, de distintos tipos y con éxito más que notable, es interesante observar que la autora luchara por publicar su gran novela con su auténtico nombre, quizás intuyendo la trascendencia que Mujercitas tendría para su carrera. Y para la historia de la literatura, finalmente.


     Alice Bradley Sheldon (Chicago, Illinois, 24 de agosto de 1915- McLean, Virginia, 19 de mayo de 1987) fue una escritora estadounidense que usó el seudónimo James Tiptree, Jr. desde 1967 hasta su fallecimiento, veinte años después. También empleó la firma Racoona Sheldon entre 1974 y 1977. Tiptree/Sheldon fue reconocida por romper las barreras entre la percepción de una literatura exclusivamente masculina o femenina.

     Aunque fue una mujer (Mary Shelley) la que inició la novela de ciencia ficción, con los años este tipo de historia se relacionó exclusivamente con el género masculino. Por eso cuando Alice Bradley Sheldon decidió empezar a escribir historias sobre ese tema, lo hizo bajo el seudónimo de James Tiptree Jr porque, como explicó:

     Un nombre masculino me parecía una buena manera de camuflarme. Sentía que un hombre pasaría más desapercibido. Había tenido demasiadas experiencias en mi vida en ser la primera mujer en una ocupación determinada.

     Entre esas experiencias se encontraban su carrera en el Ejército de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, donde trabajó en el grupo de foto-inteligencia de las Fuerzas Aéreas e incluso la posibilidad de incorporarse a la CIA, que ella misma rechazó para estudiar en la universidad.

  Sus historias hablaban de temas relacionados con el género, entre ellas Houston, Houston, Do You Read?, que trata sobre un grupo de científicos que viajan a un planeta Tierra futuro en que todos los hombres han desaparecido, y las mujeres que han quedado atrás están subsistiendo solas sin ningún problema.

     Alice Bradley Sheldon pasó a formar parte póstumamente del “Science Fiction Hall of Fame” en el año 2012, esta vez con su nombre real.


     Joanne Rowling (Yate, 31 de julio de 1965), quien escribe bajo los seudónimos de J. K. Rowling​ y Robert Galbraith, es una escritora, productora de cine y guionista británica, conocida por ser la autora de la serie de libros Harry Potter, que han superado los quinientos millones de ejemplares vendidos.

     En los años 1990, escondió su primer nombre, Joanne, por sugerencia de la empresa que publicó sus historias sobre Harry Potter, para que los libros fueron leídos por los niños.

     Más tarde, para escapar de las expectativas en torno a su primera novela policial, Rowling también escogió un seudónimo masculino, Robert Galbraith para firmarla. No tardó mucho, sin embargo, en ser descubierta. El libro había vendido poco, pero recibió críticas tan positivas que levantó sospechas de que no era una novela de un nuevo autor. Tras la revelación, una primera edición de esa obra se vendió por más de US$3.500.


"Me aventuraría a suponer que "Anónimo", quien escribió tantos poemas sin firmar, era a menudo, una mujer", Virginia Woolf


     Ojalá llegue el día en que se valore a cada persona por su auténtica sabiduría y su habilidad en lugar de por su sexo.




Ella lo hizo, él se llevó la gloria

       Bien es sabido que a lo largo de la historia a las mujeres les ha costado mucho desarrollar tareas que de forma tradicional les estab...